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viernes, 9 de agosto de 2013

Las cargas de nuestra vida.....

Aquí os dejo un antiguo cuento sufí que me pareció muy bueno, espero que les guste como a mí:

.........Había un hombre muy abrumado por el sufrimiento. Acostumbraba rogar a Dios cada día "¿Por qué yo?" Todo el mundo parece feliz, "¿por qué he de ser el único que sufra de este modo?".
Un día, presa de una gran desesperación, rogó a Dios: "Puedes darme el sufrimiento de quien sea, estoy dispuesto a aceptarlo, pero llévate el mío, pues ya no puedo soportarlo más".
Aquella noche tuvo un hermoso sueño, hermoso y muy revelador, en el que Dios se aparecía en el cielo y decía a todo el mundo: "Traed todos vuestros sufrimientos al templo". 
Cada uno estaba harto de su propio sufrimiento, de hecho, quien más quién menos había rogado alguna vez: "Estoy dispuesto a aceptar el sufrimiento de cualquiera, pero llévate el mío, ya que es excesivo, insoportable".
De modo que cada cual reunió sus sufrimientos en una bolsa y se encaminó al templo. Todos parecían muy felices; había llegado el día en que su súplica había sido atendida. Y también aquel hombre se precipitó hacia el templo.
Dios dijo: "Dejad las bolsas junto a la pared"; y pusieron todas las bolsas junto a la pared. A continuación, Dios proclamó: "Ahora podéis escoger; que cada cual tome la bolsa que quiera."
Pero lo más sorprendente fue que aquel hombre que no había parado de suplicar, ¡se precipitó hacia su propia bolsa antes de que nadie pudiera decidirse por ella!
Aunque sorprendido iba a ser él, pues cada uno se abalanzó sobre su propia bolsa, feliz de recuperarla.
¿Qué había pasado? Por primera vez, cada uno había visto las miserias y los sufrimientos de los demás, y sus bolsas eran igual de grandes, ¡si no mayores!.
El segundo problema era que se habían acostumbrado a sus propios sufrimientos, luego ¿Para que quedarse con los del otro? ¿Quién sabe que clase de sufrimientos habrá en la bolsa? ¿Porqué tomarse tal molestia? 
Con tus sufrimientos, al menos, estás familiarizado: te has acostumbrado a ellos y te resultan soportables. Los has soportado durante muchos años ¿Por qué optar por lo desconocido?.
Y todos regresaron felices a casa. No había cambiado nada: volvían con el mismo sufrimiento; pero todos estaban alegres, felices y sonrientes por estar de vuelta con su propia bolsa.
Por la mañana, rezó a Dios en estos términos:
"Gracias por el sueño, nunca más volveré a pedir nada. Me des lo que me des, será lo más indicado para mí; por eso me lo habrás dado"......


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